lunes, 31 de octubre de 2011




“Al bardo y Heloísa” juega con la palabra bardo, y la historia trágica de los amantes de la Edad Media que fueron, Abelardo y Heloísa y, al mismo tiempo, es un poema que simboliza las cuatro fases de la luna, personificada en cuatro diosas: La Diosa Blanca, Hécate, Kâli en su forma creadora y Kâli como destructora de todo lo superfluo que nos impide crecer y evolucionar a nivel interno.


Al bardo y Heloísa


La Diosa Blanca se ocultó para que no la vieran llorar.
De la amante desdeñada
surgió la Hécate tenebrosa.
Y como Kâli, se está haciendo un collar
con los cráneos de sus seguidores que fingían ser poetas.

En la plaza del mercado uno de aquellos falsos poetas advirtió
a gritos, sobre los peligros del dinero.
Todo poeta, si es auténtico sabe, sin necesidad de ser alertado
que el Velo de Mayâ confunde los corazones, y oculta
La Luz del Diamante de infinitas caras;
facetas que a su vez alumbran a otros tantos soles.
A los poetas verdaderos les parecía inadmisible
que alguien pretendiera hacer negocio con La Verdad,
Una Verdad tan obvia: la de las trampas de la Materia.
Por eso, como no querían ser cómplices del falso poeta,
se levantaron en silencio y se alejaron de allí para siempre.

Como Dante, el falso poeta también encontró
a su Beatriz.
Pero tuvo miedo, y huyó.
Porque, según sus cálculos, en Beatriz no se unían Lo Bello,
Lo Conveniente, y Lo Útil. Así que, el falso poeta prefirió
que le siguieran dando caña con una poesía caduca
con olor a naftalina: unos versos de sensibilidad cursi y ñoña,
estilo Sección Femenina; continuó anestesiado
con el cloroformo que destilaba ese tipo de poesía.
Y, como aspiraba a la Inmortalidad
pero sólo creía en la Materia…
nada más tuvo acceso a una clase de eternidad:
la del cuerpo físico
-pidió que lo embalsamaran
con el formol que exudaban esos rancios poemas-

Con este calavera y algunos otros,
Hécate completará otra vuelta de su joya sangrienta.

Y será Noche Oscura
hasta que El Mago Divino, el Demiurgo Celeste
vaya encendiendo con su varita mágica, una a una,
todas las estrellas. Incluso le hará cosquillas a Hécate,
y ésta, una vez más, en una lenta danza girará sobre sí misma
desplegando su amplia sonrisa de paloma blanca:
entre enajenada, triste, y enigmática…



© PARA YOGURES Y CROMOS: BELÉN TEJEDOR PASCUAL

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