viernes, 9 de septiembre de 2011

             ROSA ROSAE
( Capítulo 1º de, "LA VIDA SECRETA DE CENICIENTA" )




La Historia Oficial siempre la escriben los vencedores.
Por eso, Cenicienta logró articular en torno a su persona una leyenda que, en realidad poco -o, nada- tiene que ver, con la vida real de este personaje. Investigadores de los hechos del pasado, han demostrado el contenido tendencioso y partidista de este cuento.
Todo el mundo piensa, porque durante siglos así nos lo han hecho creer falsas crónicas, que Cenicienta siguiendo los consejos de su hada madrina, huyó veloz de la Corte, mientras daban las doce campanadas. Craso error. Nada más lejos de la verdad. Para campanada, la que dio Cenicienta. Como carecía de principios, de educación, de buenos modales, de gusto y del más mínimo respeto hacia sus semejantes, sufrió un visible y agudo ataque de cuernos, cuando vio al príncipe departir amistosamente, con La Nueva Invitada recién llegada, que a Cenicienta le parecía, más –y, mejor- dotada que ella. Una apreciación subjetiva, pues La Nueva Invitada, ni… era más bella, ni más joven, ni más culta… que, Cenicienta. Pero, cualquiera convencía a nuestra protagonista, de lo contrario.
Cenicienta, que no podía soportar dejar de ser el centro de atención ni por un momento, ni que la ignoraran, repetía insistentemente, " ... como hoy no ha venido nadie, me marcho"...
Una afirmación curiosa, si tenemos en cuenta que en esos momentos estaba presente hasta el Nuncio de Su Santidad, el Príncipe -por supuesto-, y las doscientas invitadas al baile, con sus respectivos acompañantes.
Nunca se sabrá a quién -o, a quienes- esperaba Cenicienta. Es algo que no consta en los Anales de la Historia.

El caso es, que en su afán por llamar la atención de todos los invitados, dio la famosa espantá... que todos conocemos por el cuento. Dijo varias veces, en voz bien alta, para que todo el mundo pudiera oirla,"Me marcho..." y se fue -mucho antes de las doce- como alma que lleva el diablo.
Una falacia más, es la de que "... el príncipe salió corriendo tras ella, llamándola a grandes voces..." No. En realidad, no fue así.
El príncipe... aparentemente al menos, ni se inmutó. Tampoco se movió, ni la llamó. Siguió atendiendo a sus invitados, como si nada hubiera ocurrido. Cenicienta sentía el cetro real, cada vez más cerca de sus manos y, como mujer instintiva que era, razonó -a su manera- que esa anhelada posibilidad de alcanzar la corona, podía desvanecerse si el príncipe dejaba de interesarse por ella, y ponía sus ojos sobre La Nueva Invitada.
Pero Cenicienta, que ya había librado mil y un combates en diferentes batallas, no se dio por vencida ante la que ella consideraba su rival -La Nueva Invitada- y, mientras huía del salón de baile, con voz ahogada por la rabia, iba diciendo como Escarlata O'Hara, ..."Pongo a Dios por testigo, que está por nacer una bruja más poderosa que yo."...
La pobre Cenicienta seguía comiéndose el coco, y rumiaba, ..."El Príncipe es un idiota -como todos los hombres- Yo, me di cuenta enseguida -pero él, no- de que, en realidad, la nueva invitada quiere atraparlo. Ya me encargaré yo de abrirle los ojos (aunque para ello, tenga que utilizar argumentos más contundentes) Prefiero verlo muerto, antes de que caiga en manos de esa lagarta. La nueva invitada tendrá que pasar sobre mi cadáver, si quiere llevárselo."... Y, otras frases por el estilo... tan elocuentes, tan llenas de poesía y lirismo como éstas.
Y en su deambular por el edificio, los espejos mágicos le iban respondiendo, con el estribillo de una canción de moda,
…” te crees una bruja malvada, pero sólo estás intoxicada…
En contra de lo que dice el cuento, Cenicienta no volvió a casa de su madrastra. Cuando se percató de que nadie iba tras ella, dio vuelta sobre sus pasos. Aguardó espiando primero, y luego vagando por las infinitas habitaciones de palacio, hasta que se fueron los últimos invitados, para introducirse en la alcoba del príncipe. Y, allí lo esperó con su cuerpo ya un poco ajado, embutido en una negligée de un rojo encendido, dispuesta a cantarle las cuarenta al pipiolo.
También hay que aclarar, que aunque fuera un secreto celosamente guardado, Cenicienta y el Príncipe ya se conocían de forma íntima. Fue, en uno de los numerosos templos que la Venus terrestre tiene repartidos por todo el mundo. Y, como el Príncipe sabía de los intensos deseos de Cenicienta por alternar en la Corte, le pareció un gesto noble por su parte, no excluir a Cenicienta de entre las doscientas invitadas al baile de palacio.
Cuando el Príncipe fue a acostarse, se encontró en su cama a Cenicienta, quién le dijo... "Qué humillación. Eres un memo. Nunca he pasado tanta vergüenza en mi vida. Ponerte a ligar de manera tan descarada, -delante de mí- con la nueva invitada. ¿Es así cómo se comporta la nobleza¿, ¿es así cómo actúa un príncipe?, ¿Has olvidado tus promesas?, ¿Quééé hisihte del amor que me jurahteee? ¿quééé hisihte de loh besooo que te diii?   sucuááá..."... Ante la amenaza de el bolero que se le venía encima, el Príncipe recobró, ipso facto, la memoria de vagas promesas que le había hecho a nuestra protagonista. Recordó, que una de las noches de pasión tempestuosa y bajo chantaje, se vio obligado a decirle
a Cenicienta, ..."Te encuentro muy atractiva, y con la ropa de caucho negro, te sentaría bien la corona de reina consorte"... -para que ella le otorgara sus favores- Pero, claro está, ése es el tipo  de cosas que se dicen en un momento de arrebato pasional, fuera de contexto, no hay que tomarlas al pie de la letra. Esta forma de retractarse del príncipe, soliviantó aún más -si cabe- a Cenicienta. Y, se aplicó a fondo con él. Lo sometió a toda clase de tortura psicológica, presiones, amenazas..., a todo tipo de chantaje, vejaciones, humillaciones y sevicias. Le habló de forma maliciosa de La Nueva Invitada, hasta conseguir que el Príncipe se bloqueara, y no sintiera nada más que una mezcla de tibio afecto, y miedo sobre todo, por La Nueva Invitada.

..."No puedo prometerte nada, porque ya ves que tengo muchas invitadas, pero algo me dice que eres mi pareja ideal para el baile. De todas formas, sería un placer para mí dar un paseo a caballo contigo por los bosques de palacio."...
El Príncipe, que le había hablado así a La Nueva Invitada, vio como su corazón -el de él- se partía en dos; y no sabía como complacer a las dos mujeres, sin caer en el pecado de la bigamia. Por su parte, Cenicienta, llevada por su amor ilimitado -hamor hilimitado- hacia el Príncipe, y con su afición a parecer la más original de las plebeyas... hubiera participado gustosamente en ejercicios de trigonometría. Pero, La Nueva Invitada no era partidaria de tales vínculos geométricos.

Así, que... el Principito, por lealtad a su pueblo –sobre todo- con gran tristeza de su corazón, tuvo que convertirse en un mercachifle y razonar así, ... "Con Cenicienta tengo la ración de carne asegurada, y una dosis más  que abundante de un sutil sadomasoquismo que, en honor a la verdad, algunas veces no es tan sutil. Sólo es cuestión de adaptar mis sentimientos a los deseos de Cenicienta. Además, siempre puedo cambiar las ligeras imperfecciones de Cenicienta. No hay rosas sin espinas. Y, ella es una rosa. Y, es ambiciosa. Le gusta el poder como a mí, incluso más que a mí. Por ese lado, el Imperio está salvado. A la nueva invitada, sólo le hice la promesa de  internarnos juntos por los bosques de palacio; pero, a Cenicienta le hablé de coronas y de cetros. En cuyo caso, Cenicienta es la primera por riguroso  orden de antigüedad, y por la importancia y gravedad de lo prometido.
Por si fuera poco, está el factor agradecimiento. Junto a Cenicienta descubrí, que la biología puede ser más importante que el Amor.

Y, ¿qué es el Amor? A veces pienso, que no es más que una entelequia. La Reproducción de las Especies, es una verdad constatada. Pero, ¿quién ha visto alguna vez al Amor, cara a cara? No debo olvidar que soy un caballero. Y, que las razones de Estado, están antes incluso, que el Amor.
Por otra parte, a lo mejor Cenicienta está en lo cierto, y la nueva invitada no es trigo limpio. Tengo que ser cauto. Ya no soy ningún niño. Tengo miedo a la soledad. Hay que sentar la cabeza. Si alejo de mí a Cenicienta, y la nueva invitada me rechaza, corro el riesgo de quedarme solo. Más vale bruja en mano que ciento volando."...
Así razonaba nuestro héroe.

Mientras tanto, La Nueva Invitada, que no conocía el alcance exacto de las pasiones desatadas a su alrededor, pero poseía un sexto sentido, reflexionó, ..."Si el príncipe es el hombre predestinado para mi, no debo preocuparme por las intrigas de una mujer. Si... por el contrario es un ser débil, incapaz de luchar por sus sentimientos y que se deja manipular, es mejor que se lo quede Cenicienta. Volveré a mi casa, y después de las vacaciones, haré ese cursillo que siempre quise hacer.”...

© para yogures y cromos: belén tejedor pascual





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